TODAVÍA EL ASOMBRO

Javier Gilabert

XV Premio Blas de Otero-Ángela Figueras de la Villa de Bilbao
El Gallo de Oro Ediciones, 2023

Como nos explica el poeta Julen Carreño en el prólogo de Todavía el asombro, obra ganadora del XV Premio Internacional de Poesía Blas de Otero-Ángela Figuera de la Villa de Bilbao, éste es casi un libro de libros, una gramática de la mirada en la que cada composición se ha hecho merecedora de una narrativa propia, en favor de una evidente coherencia de conjunto.

El título es un anticipo que transpira la filosofía de Gilabert, quien comprendido que sólo ese asombrarse ante el asombro es más bello que el acto de asombrarse, en un sentido ético. He aquí el último de los muchos estratos que se superponen en esta obra, un vademécum de la gratitud y la esperanza a partir del ensayo de un mirar distinto que abreva en lo ordinario al renovarlo. El poeta ha comprendido que es la mirada atenta el preámbulo del asombro y nos ofrece una fina guía de perplejos de trabajada estructura.

Amorosamente dedicado a otro maestro del asombro como Rafael Guillén, abre el poemario una cita de Catulo y lo cierra otra de Marcial. Entre uno y otro, como si la ruta epistemológica propuesta por Gilabert invitara también a avanzar de lo neotérico a lo estoico, se suceden un proemio y cuatro partes, compuestas a su vez por trece piezas cada una, además de la Coda final. Nada sucede por casualidad en esta obra. Y es precisamente en ese bellísimo proemio de exquisita factura en el que reside la clave del poemario, pues constituye, en puridad, el anuncio de una ontología, pero también de una sincera teoría del conocimiento.

De ahí que sea el asombro un concienciarse (la perspectiva aúna / lo inmensamente bello de lo simple), un encarnar el misterio rasgado por el tiempo (Apenas un suspiro y media vida / quedó del otro lado. La pregunta / se aferra fuertemente a la garganta, / tan fuerte que consigue que el silencio / se instale en el lugar de las respuestas). Pero un tiempo que es tan sólo luz y aire que inician su andadura en la experiencia intacta de los dones (e intento ser del sol su recipiente / sumido en un silencio casi puro). Todo ello en el caldo de un destiempo necesario que es asombro, y asombro agradecido ante el asombro, a pesar de y gracias a cuanto nos excede, como si fuese un santo arrodillado / delante de una talla de madera. Y en un cierto mirar que es acto puro –sin potencia–, mas temeroso y frágil, y que a veces se asoma en el Poema con el vestir del miedo y la pregunta (en las personas, miedo a las preguntas; / en las preguntas, miedo a la respuesta; / en la respuesta, miedo a más preguntas).

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