MIGUEL ÁNGEL ARCAS: «ESCRIBIR ES UN ACTO DE FICCIÓN QUE CREA UNA NUEVA REALIDAD»
Miguel Ángel Arcas es un poeta y aforista, nacido en Granada en 1956. Dirige la editorial Cuadernos del Vigía. Ha publicado Los sueños del realista (Premio Nacional de Poesía Miguel Hernández, Fundación Miguel Hernández, 2000), El baile (Cuadernos del Vigía, 2002), Llueve horizontal (Premio Ciudad de Córdoba Ricardo Molina, Hiperión, 2015) y Alevosía (La Isla de Siltolá, 2016). También ha publicado tres libros de aforismos: Aforemas (Fundación José Manuel Lara, 2004), Más realidad (Pre-textos, 2012) y Los tres pies del gato (Trea, 2019).
Ha sido incluido en antologías como Pensar por lo breve. Aforística española de entresiglos (1980-2012) (Trea, 2013), Aforistas españoles vivos (Libros al Albur, Sevilla, 2015), Concisos. Aforistas Españoles Contemporáneos (Cuadernos del Laberinto, 2017) o Verdad y media. Antología de aforismos españoles del siglo XXI (2001-2016) (Ediciones de La Isla de Siltolá, 2017). Su último libro, Cuaderno de Choisy (Fórcola Ediciones, 2021), una combinación anfibia entre lo confesional, lo poético, lo aforístico, el diario íntimo y hasta la reflexión política, acaba de ver la luz.
«Javier Gilabert: ¿A qué atribuyes el auge actual del aforismo? ¿Es reflejo de la sociedad de lo inmediato, de la falta de tiempo constante, en la que vivimos?
Miguel Ángel Arcas: Pues creo que es más sencillo que todo eso. El aforismo, sobre todo desde el Romanticismo, ha tenido sus cultivadores entre filósofos, poetas y moralistas, pero casi siempre ha vivido en una especie de semiclandestinidad que le ha otorgado el estatuto de género oculto, silencioso y elitista. Ahora, a partir fundamentalmente de este siglo, creo que se ha convertido en una especie de moda que está propiciada por el deseo de expresión de una sociedad inmersa en las redes sociales. Hay necesidad de contar, decir, dejar rastro; se ha propiciado un narcisismo virtual y mediático que tiene su Arcadia en Internet. Todo el mundo tiene el código para escribir: la lengua; todos poseemos un lenguaje con el que comunicarnos, y el aforismo es la forma más corta, elemental y practicable (junto al microrrelato) de expresión literaria, por lo que mucha gente se atreve a poner su mundo sobre el papel o la pantalla. Por supuesto que no estoy en contra de que la gente escriba y exprese lo que quiera, lo que me inquieta es que la aparente facilidad del aforismo termine produciendo textos irrelevantes, reiterativos, efímeros o que terminen siendo productos de autoayuda, sensibleros o falsamente ingeniosos. Cosa esta que atormenta las redes y se observa en bastantes libros últimamente.»
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