Kiko Veneno: «Cada día me levanto con una canción»
Entre2vistamos al cantante Kiko Veneno. Con la frescura y la generosidad que le caracteriza, durante más de una hora de teléfono -así son las cosas en la «nueva normalidad»-, el genial músico guixolense afincado en Sevilla nos hace un recorrido por su carrera, desde sus inicios con Veneno hasta llegar a Hambre, su último trabajo.
«Javier Gilabert (J.G.): Preparando esta entrevista regreso a ‘Échate un cantecito’. Casi sin darme cuenta estoy cantando todas y cada una de sus canciones; me las sé. Pero también me ronda una idea por la cabeza: ¡Joder, qué disco más bueno, qué maravilla! De principio a fin. Además, no sólo lo digo yo. Leo y releo las magníficas críticas, su clasificación entre las primeras posiciones en las listas de los mejores discos de este país. ¿Qué te parece si comenzamos hablando de ese trabajo? Sí, sé que ya lo habrás contado todo o casi todo sobre él. Por eso me gustaría saber cómo se ve desde la distancia de los años, qué recuerdos te vienen a la mente cuando piensas en junio del 92, en tus conversaciones con Santiago Auserón…
Kiko Veneno: Es una sensación muy parecida. Lo sigo viviendo de la misma manera en que lo viví entonces. Realmente es tan redondo porque fue… Verás, ese disco salió en el 92. En el 90 me encuentro con Santiago Auserón, del que era amigo desde finales de los 70, y le digo: “estoy ya un poco cansado de tantos palos de ciego como estoy dando”, porque, claro, lo de Veneno fue glorioso para mí, pero se acabó pronto y no tuvo continuidad. Yo era un estudiante que acababa de terminar y andaba buscándome la vida. Me tropecé con Raimundo, empezamos a hacer esas cosas tan locas que después no tuvieron continuación y me quedé enganchado a la música.
Fue muy especial, y tendría su repercusión en nuestra música, que dos vidas tan antagónicas se juntaran. Yo había estudiado, había viajado a los EEUU, Raimundo, sin embargo, desde los 12 años se había estado buscando la vida con su grupo de gitanitos callejeros, tocando para los turistas en los alrededores de la catedral.» (Continúa leyendo)