Cómo se agradecen las pequeñas cosas que nos hacen volver, aunque sea sentados y con mascarilla, por unas horas a la vida que teníamos antes. En esta «nueva anormalidad» se agradece y se valora el trabajo de la gente que se deja la piel para que podamos disfrutar de algo que antes nos parecía normal, a lo que no dábamos la importancia que realmente tenía.

La música en directo, en concreto, es uno de los sectores que más ha padecido los efectos de la pandemia. Los músicos están pasando por un calvario de incertidumbre e inacción; no pueden hacer lo que más les gusta: compartir con el público su trabajo y su energía, sin olvidar que esa es su principal fuente de ingresos. Por eso, cuando un grupo de la categoría de Eskorzo hace un esfuerzo titánico por adaptar su repertorio a las medidas de seguridad que tendrá que cumplir el público que vaya a verlos, y lo hace con tanto cariño y acierto, es de justicia decirlo. Y agradecerlo.

Tuve la suerte de disfrutar en directo de ‘A fuego suave‘ el pasado 20.02.21 en el teatro de la Fundación Caja Granada. Nada más salir, escribí para secretOlivo esta crónica: